Final de finales: Sobre mi viaje por Venezuela
Esta vez entre más precavido. Mi breve paso por Táchira, en la frontera con Cúcuta (Colombia), me había mostrado que los precios de alojamiento en Venezuela eran bastante más elevados que los de otros países. Así, como los recursos escaseaban, tuve que recurrir a una estrategia novedosa para seguir viajando.
Por las rutas, alguien me comentó de una página web llamada Couchsurfing (https://www.couchsurfing.org/?user_language=es), donde las personas ofrecen su casa para recibir viajeros sin pedir nada a cambio. Así que me registré, me puse en contacto con gente de Maracaibo y enseguida me ofrecieron alojamiento.
Nuevamente, las personas me trataron como si me encontrara en mi propia casa. En este caso, fue Joe junto a su familia quien me recibió. Así, en Maracaibo permanecí unos 4 días conociendo y caminando un poco la ciudad.
Finalmente me marché dejando buenos amigos, entre los que destaco a Daniela, Yolimar y Rigel.
Valencia y Puerto Cabello
Más al oeste se encuentra la ciudad de Valencia. Allí, la temperatura es elevada y el sol cobra fuerza. Pero a una hora hacia el norte de esta ciudad, se encuentra el caribe con sus playas, palmeras, sus pequeños barcos y sus islas. Y por sobre todo sus aguas turquesas. El nombre de este lugar es Puerto Cabello.
Allí los valencianos disfrutan del sol y del tranquilo lugar. No hay mucha gente, por lo menos los días de semana. Por el lugar también hay una gran base naval y un astillero. Además, la zona está rodeada de cerros cubiertos de vegetación, de modo que el verde da un poco de aire para imaginar que la selva no es tan lejana.
De hecho, algunos lugareños me indicaron que detrás de toda esa vegetación se podían encontrar animales como serpientes, aves, grande roedores y hasta tigres (jaguares). Sin embargo, esta vez no hubo oportunidad para adentrarse y hacer la comprobación visual. Solo me conformé con lo que apareció por su propia iniciativa.
Además, en el mar el tiempo pareciera correr más rápido y los días en Puerto Cabello corrieron a gran velocidad. De ese modo, me marché con mis cosas hacia otro lugar.
Caracas
La cadena que se inició en Colombia y que me presentó personas y más personas por medio de esas primeras, también prosiguió en Venezuela. Así, a Caracas llegué con datos de otra gente que nuevamente, me volvió a abrir las puertas en este país.
En esta ciudad recibí toda la ayuda que un viajero podría pedir. Por ejemplo, la ropa dañada que tenía (para no decir destruida), pude cambiarla por otra que me regalaron. La ayuda no se limitó a eso. Pero enumerar todas las cosas que recibí me llevaría mucho tiempo. Como siempre, el mejor recuerdo que uno se lleva es el de la gente, y Venezuela no fue la excepción a esta regla.
Caracas cuenta con unos lugares pintorescos dentro de la ciudad. Como por ejemplo el parque del este o el botánico. Tuve la suerte de conocerlos y sacar algunas fotos. En cuanto al clima de la ciudad, se puede decir que es bastante agradable, sobre todo en las zonas más elevadas.
Caracas también cuenta con un tráfico muy alto y un déficit habitacional que genera una invasión constante de los terrenos baldíos por parte de los ciudadanos. La gente se las rebusca y muchas veces construyen sus casas demasiado cerca de la calle, cosa que en líneas generales, no parece preocuparle a nadie.
Las migraciones constantes desde el interior del país, pero por sobre todo desde otros países, han intensificado esta demanda de residencias.
Por las calles del centro, también está el monumento construido por el Gobierno en recordatorio a las personas que murieron por el golpe de Estado en el 2002. Ese lugar se hizo conocido gracias a las imágenes que filmaron del tiroteo desde un edificio.
La Guaira
Relativamente cerca, aunque todo depende del tráfico, se encuentra La Guaira. Ésta es la costa más próxima y me tocó ir a conocerla una tarde de las tantas que pasé en Caracas.
En sí, aunque cause sorpresa, las diferencias con las playas de Argentina no son muchas. La temperatura del agua es similar a la costa bonaerense al igual que el color de la arena. El tono del agua tampoco varía mucho.
Los llanos
Mis amigos de Caracas me invitaron a pasar año nuevo en una finca ecológica cerca de las montañas de Mérida. Gracias a ellos, pude conocer este hermoso lugar de la zona oeste de Venezuela.
El terreno en un comienzo es llano como las pampas argentinas, pero a medida que uno avanza la geografía se vuelve más irregular hasta que el paisaje hace aparecer cerros y montañas.
En el camino, muchas fincas, parcelas y algunos cultivos. La vida rural es la pauta característica con ganado, gallinas y burros, y algún que otro caballo que trae recuerdos del sur del continente. Otros animales también destacan por su particular belleza.
Luego de un viaje de horas, el camino se corta y los pies se convierten en el único medio de llegar a la finca. Nuevamente, el caminar se impone en otro destino de mi viaje y se convierte en la única opción para llegar al destino pautado. Pero como dice la canción, el andar nuevos caminos te hace olvidar el anterior.
Así fue que el lugar hizo a todos olvidarnos del esfuerzo. Las montañas, los bosques, las quebradas de aguas claras y el aislamiento hicieron que el año nuevo sea algo completamente distinto a lo acostumbrado. Fueron cerca de 10 días en las montañas, bañándose en ríos, respirando el clima seco de la montaña y aprendiendo también a trabajar la tierra.
En fin, ese fue mi último destino en la república bolivariana. El mejor recuerdo para terminar con este país.
Fin de fines
Brasil quedará para el futuro. Se acabó mi viaje por las rutas de Sudamérica. En éstas encontré de todo, viajeros y sedentarios, ricos y pobres, personas llenas de vida y otras que solo tenían miedo.
Pero de todo es más amplio: taoístas, indígenas, religiosos, narcotraficantes, militares, ladrones, guerrilleros, chamanes, personas de humilde corazón y otras con gran soberbia; marineros, capitanes, campesinos, banqueros, periodistas, curanderos, dueños de grandes empresas y dueños de humildes moradas. Todo fue parte de este viaje. Pero lo más importante, personas que sin conocerme me abrieron las puertas de su casa y me ayudaron con lo que podían.
Al tener que llevar lo indispensable en la mochila, uno se acostumbra a no acumular cosas materiales. Esto no significa un reclamo para nadie. Pero si hay tantas personas que me encontré en el camino queriendo hacer cosas distintas a las que hace, en las cuales viajar es solo una de ellas, y muchas veces no puede realizarlas por que están atados a cosas materiales tal vez si lo sea. No un reclamo de mí hacia otro, sino un reclamo que se tiene que hacer uno mismo.
En Sudamérica los lugares para visitar son hermosos, eso lo puedo certificar después de estar cerca de un año caminando por las rutas de Sudamérica. Pero es también importante considerar, que la gente también es el paisaje.
Primeros pasos en la República Bolivariana
En la frontera de Colombia y Venezuela circulan constantemente unos autos antiguos, grandes y espaciosos que van de un país a otro. A veces se juntan y forman caravanas extensas; a veces marchan solitarios y sin ningún pasajero.
Uno de tantos me ofrece llevarme hasta Maracaibo por un precio bastante más reducido que el de un bus tradicional, así que sin más ganas de demorarme, me marché.
Ya en viaje, el conductor me cuenta que su trabajo consiste en cargar el tanque de combustible en Venezuela, pasar la frontera y vender la gasolina en Colombia a un precio lo suficientemente elevado como para vivir de eso. De regreso, suben algún pasajero y hacen un dinero extra.
El combustible no es llevado en bidones porque las coimas que exige la policía hacen que no sea lucrativo el negocio. Por la ruta, de hecho, hay un control de policía cada 200 metros a lo largo de los primeros kilómetros.
Lo del tráfico de gasolina es lógico, si entendemos que Venezuela tiene una de las mayores reservas de petróleo del mundo. Pero la situación se torna llamativa cuando se observa que además de combustible, otros conductores trafican con mercaderías como arroz, granos, leche y azúcar. Entonces ¿de dónde se sacan estos productos lo suficientemente baratos como para ser vendidos en Colombia y hacer una diferencia?
Mercal, Consejo Comunal y toma de terrenos
En Venezuela desde hace años existe el Mercal, un mercado donde se pueden comprar productos de la canasta básica a precios mucho más reducidos que en un negocio privado. Los “mercoChavéz” –como les llamo yo-, permitieron que muchísimas personas se beneficien adquiriendo los alimentos a valores que en los negocios tradicionales a veces se triplican.
Como estos mercados no dan abasto, el Gobierno también creó otra cadena, Pdval, que vende otros productos mas sofisticados a precios un poco más elevados que Mercal, pero con todo más reducidos que en los otros lugares.
A su vez, el Consejo Comunal muchas veces regula la contratación de la mano de obra del Mercal para que favorezca al barrio donde se va a instalar, y hasta solicita al Gobierno la instalación de otros nuevos.
El Consejo está compuesto por un directorio elegido por los mismos vecinos de los barrios en asambleas. Estas instituciones son las que manejan los recursos del Estado para la reparación de edificios, calles, construcción de bibliotecas, áreas verdes y hasta hospitales donde hacen falta.
Los Consejos, entonces, establecen una relación directa entre el Estado y los barrios, sin pasar por tantas manos y mediadores (como alcaldías, gobernaciones, etc.) que hacen que los proyectos se retrasen, aumentes sus costos y muchas veces nunca se concreten.
Hasta las zonas más opulentas tienen en sus barrios sus Consejos Comunales, que solicitan dinero al Estado para realizar sus obras.
Los Consejos también ordenan la toma de terrenos por parte de los vecinos (ver foto debajo), para que las familias puedan construir su hogar en una Caracas cada vez más extendida y hacinada.
La ocupación de espacios se ha permitido desde el Gobierno, dado el enorme déficit habitacional. Eso hace que cada pedacito de tierra libre se dispute entre los vecinos y genere a veces la irrupción de la policía.
Venezuela está siendo invadida
En Caracas conocí a un policía que participó en un operativo en el 2004. En esa operación, fueron capturados 130 paramilitares colombianos vestidos con uniformes militares venezolanos, que pretendían tomar por asalto un destacamento de las fuerzas para simular una insurrección y así levantar al resto del país.
En los alrededores del edificio habían sido colocadas cámaras de televisión de antemano, para transmitir rápidamente la noticia a toda Venezuela. Las cámaras eran de un canal que hoy transmite su programación sin censuras en el aire venezolano. El canal era Globovisión.
Hoy en día, aparecen constantemente noticias de paramilitares capturados en zonas cercanas a la frontera. Al parecer, lo que buscan los irregulares es el control de la cuenca del lago de Maracaibo, donde se encuentran inmensas riquezas.
Claro que la logística hasta ahora no ha sido muy buena y todas sus operaciones han fracasado. Por eso, las bases norteamericanas vendrían a solucionar dichos problemas.
Si bien todas las invasiones se han originado desde la frontera con Colombia, se sospecha que ahora podrían proceder desde el lado de la Guayana. Claro que esta invasión aun no ha empezado.
El Vergatario
Venezuela tiene su propia empresa de telefonía celular. Pero también tiene su propio aparato móvil, producido en el país y comercializado bajo una estrategia de marketing un poco extraña.
Noticias de Colombia
¿Por qué vuelve Colombia a mi blog? Resulta que en mi pasó por “el país de los abrazos”, encontré a unas personas que me ayudaron muchísimo. Ellos estaban en un proceso para recolectar un millón de firmas en menos de 15 días. Impulsaban un movimiento llamado “La voz de la consciencia”, que buscaba colocar en la presidencia un candidato hasta ese momento desconocido.
Me parecía un milagro que pudiesen llegar a ese fin en tan poco tiempo y con pocos recursos. Pero lo lograron, y ahora están en carrera para cambiar Colombia.